Seis años de mi hijo David


Davichu, ven, y siéntate conmigo.  

Platícame de tu última aventura, 

quizás también de alguna travesura,  

pero ven si tú quieres. ¡No te obligo!  

  

Me platicas, mas luego yo te digo,  

que pienses y razones con cordura,  

y que nunca reacciones con premura  

sin antes consultarme. ¡Soy tu amigo!  


Yo te aburres, David, pues se me olvida

que seis años apenas has cumplido.  

Se irá el tiempo, hijo mío, y algún día,  

pasados muchos años de tu vida,  

al verte ya en un hombre convertido,

seré yo un padre lleno de alegría.