Joaquín Arcadio Pagaza, Clearco Meonio,
Ilustre Obispo de Veracruz y Árcade Romano
Ilustre Obispo de Veracruz y Árcade Romano
Celebro y comparto la gran admiración que siempre
tuvo mi papá a este cultísimo poeta.
Versos dedicados a mi padre, quien jamás
dejó de emocionarse con el mejor
de los sonetos Clearco Meonio, el cual reproduzco
después de mis versos.
En mil seiscientos noventa
en la Roma milenaria
fue fundada, con acierto,
la Academia de la Arcadia.
Fue Giovanni Crescinbeni,
un jesuita de prosapia,
quien con Giovanni Gravina
también poeta de Italia,
de gran visión y talento
para impulsar la elegancia,
fundara en aquellos tiempos
la institución centenaria.
Los árcades, distinguidos,
adoptaron por respeto,
conmemorando a la Arcadia
que allá en el Peloponeso
de aquella Grecia inmortal
albergaba en viejos tiempos
a pacíficos pastores,
muy curiosos nombres griegos
con los que siempre firmaban
sus privilegiados versos,
versos finos y elegantes
ejemplares, muy bien hechos,
clásicos, de gran alcurnia,
y de ilustre nacimiento.
Así, al cabo de los años,
si leemos los archivos
que fieles narran su historia,
la Academia que, con tino,
en Italia se fundara,
después, con olfato fino
también en España halló
un hogar feliz y digno
donde distinguidos Árcades
le dieron notable giro
a las letras castellanas,
forjando un nuevo destino
con notable inspiración
aunada a un gusto exquisito.
¿Y quienes fueron los Árcades?
Después de muchos ayeres
entre ellos hay que admirar
a duques y varios reyes,
a obispos, ocho pontífices
y a muy famosos marqueses.
Después, ya en la Nueva España,
en el siglo diecinueve,
la Academia de la Arcadia
Martínez de Navarrete
demostrando un gran ahínco,
inició exitosamente.
De los árcades romanos
uno sin duda destaca,
cuando menos a mi juicio:
Joaquín Arcadio Pagaza.
Este ilustre mexicano
fue dramaturgo de casta.
Nacido en Valle de Bravo,
y fallecido en Jalapa,
fue Obispo de Veracruz
y, con auténtica maña,
escribió bella poesía,
monumental y sin mancha.
Son sus sonetos magníficos
y su rima iluminada.
Es su lenguaje florido,
y su métrica es exacta.
Clearco Meonio llamóse
y disfruta de gran fama.
Por consejo de mi padre,
a quien oigo platicar
del grandísimo Pagaza,
he llegado yo a admirar
un soneto tan sentido
que a veces me hace llorar.
En este bello poema,
de elegancia sin igual,
con pericia y gran maestría
Monseñor me hace soñar
con el pedazo de tierra
que fue su tierra natal.
Con su blonda cabellera,
es aquel pino locuaz
que da al arroyo argentado
su fragancia singular,
quien recibe al gran poeta
a su casa él regresar.
También lo aguardaba el águila
mientras volaba el zorzal.
Y muy brillante y lozano
encontró su madroñal.
Triste es sin duda el poema,
desgarrador su final.
Busca Joaquín a su padre
y lo llama sin cesar.
Mas ya no hay huella del báculo
que dejaba al caminar.
Y aunque el padre no responde,
él no cesa de llamar.
Y aquí están los inolvidables versos de Joaquín Arcadio Pagaza
AL VOLVER A MI TIERRA NATAL
¡Pino locuaz, de blonda cabellera,
aun das fragancia a mi nativo prado,
y frescor al flexible y argentado
arroyo que retoza en la ribera!
Ciérnese aún el águila altanera
encima el risco; vuela en el cercado
el zorzal; y arrebólase el nublado
en la occidua selvosa cordillera.
Y aun ostenta su brillo y lozanía
aqueste madroñal... ¡Oh Dios! ... en donde
mi buen padre al encuentro me salía.
¡Y hoy que retorno, él solo se me esconde!
No hay huella de su báculo en la vía...
Y por más que le llamo... ¡no responde!