La apasionante historia de
“THE GOOD BOOK”

 

Les comento que el sábado pasado tuvo lugar un ejemplo de amistad y desprendimiento que nos ha servido para restaurar nuestra confianza en que la bondad sí existe en esta tierra. 



Tuvo Gladys el privilegio de que la prestigiosa Galería Insight de Fredericksburg la invitara a exhibir varios de sus cuadros este viernes pasado.  Fue emocionante llegar a tan distinguida galería, que es sin duda un sólido, señalado y reconocido baluarte de las artes. Al cruzar la puerta saludamos con reverencia la magnífica escultura de un águila en vuelo y luego pudimos observar que al costado de tres de las obras de Gladys colgaba orgulloso y altivo un escudo de Texas de madera en el que se habían grabado las palabras TEXAS MASTER, que fungían como orgullosos testigos del reconocimiento de la maestría de esta tan prolífica y talentosa artista.


Uno de estos cuadros fue el intitulado THE GOOD BOOK, en el que Ani, quien es sin duda excelsa modelo, se encuentra leyendo un libro.  La pose inocente de mi hija, aunada a su singular y distinguidísimo porte y al precioso vestido que quisiera aquí saber describir, hicieron que este cuadro rápidamente se colocara en un lugar de honor en nuestra casa y sobretodo en nuestros corazones.  ¡Qué difícil fue el empacarlo sabiendo que en caso de venderse, no lo volveríamos a ver! ¡Cuánto sufrimos al entregarlo a la galería unas semanas antes de la exhibición!  ¡No menos doloroso fue el presenciar, a nuestra llegada a la galería, que una etiqueta roja ya adornaba su marco, anunciando así que ya había sido comprado por algún coleccionista!


Traté de convencer a Gladys de que seguramente en un futuro inmediato superaría la exquisita composición de esa obra de arte y tendríamos la oportunidad de guardarlo en casa.  “Vendrán más y mejores cuadros,” le explicaba, adolorido, en un vano y poco convincente tono de consuelo.


Fredericksburg se encuentra a unos 100 km. de San Antonio, empotrado en las colinas del siempre pintoresco Hill Country texano.  Acompañónos en el placentero recorrido a este sin par pueblecillo alemán nuestro amigo Charles Walker.  Siempre dispuesto a seguirnos, nos dice nuestro querido amigo Charles Walker que el viaje a Fredericksburg le parece irresistible y aparte le trae los mejores y más sentidos recuerdos de Charlotte, su querida esposa nacida en Bavaria. Después de un rato de caminar por la espléndida galería, admirando magníficos cuadros y esculturas a diestra y siniestra, terminamos de regreso al pie de The Good Book.  


Le comenté a Charles lo difícil que había sido la decisión de venderlo y que Gladys y yo teníamos la curiosidad de averiguar quién lo había comprado.  Me dijo Charles entonces, “Yo fui quien lo compró, pues hace unas semanas Gladys me comentó lo que este cuadro significa para Uds. Y quiero que un día lo tenga Ani. No le digas aún nada a Gladys.” Las palabras no me alcanzaron para agradecer el gesto.  


Procedió Charles entonces a llamar a Meredith, la amable y agradable dueña de Insight, para pedirle que trajera a Gladys y así presentarle al coleccionista que había adquirido el cuadro.  Al acercarse Gladys, dijo Meredith, “Quiero que conozcas al coleccionista que se llevó tu cuadro”, señalando a Charles.  Gladys, incrédula, enmudeció.  A su silencio siguió un genuino agradecimiento a Charles, exclamando “¡Qué bueno que fuiste tú, Charles, quien lo compró, pues sabremos así quién lo tiene y lo podremos ver cuando te visitemos”.  Mas fue veloz la respuesta de nuestro amigo, “Es que no me has entendido.... En mi casa ya no cabe y quiero que lo tengas tú para que un día se lo des a tu hija. Es de ustedes”.  Gladys, Ani y quien esto escribo quedamos emocionados, privados del habla, y con lágrimas en los ojos. Ni Gladys ni Annie pudieron articular su agradecimiento en esos inolvidables momentos.  ¡Yo tampoco!


La amistad y la bondad existen, sin duda alguna ¡Gracias, Charles!


Marzo 1, 2013