Tres obras de teatro
Son tres las obras de teatro
escritas por Tere Sánchez.
Todas son obras maestras
de contenido elegante.
En una de ellas, preciosa
“La Mujer Más Importante
de la Biblia” titulada,
a unos chicos estudiantes
los visitan una a una
en el curso de una tarde
mujeres, quien en la Biblia
de su vida hacen alarde.
Son del Viejo Testamento
y del Nuevo también salen.
Y así entre otras veremos
A Sara y a Eva que abren
riñéndose sin cesar
“Soy yo la más importante”.
Débora, Rebeca y Rut
el escenario comparten.
Isabel llega después
aunque eso sí, muy amable
ya sin ganas de reñir
y con temperamento afable.
Y hasta la Samaritana
es grata participante
de esta reunión de mujeres
con mensaje edificante.
Esta comedia es muy grata,
de final emocionante
y un público conmovido
--no lo dudo ni un instante--
de pie les ha de aplaudir
a las señoras, que grandes
poco a poco nos acercan
al mejor de los finales.
Y en una segunda tanda
de tan talentosa autora
se reúnen, ya en el cielo,
nuestras queridas señoras
a darle gran bienvenida
a María, pues es hora
de que la Virgen querida
de Jesús progenitora
por un milagro fehaciente
ascienda al cielo gloriosa.
Y con pasión y dulzura
las mujeres de esta obra
hacen los preparativos
para recibir, ansiosas
cual nuestra reina merece
a María la gran Señora
la Virgen Madre de Cristo
a María, la Auxiliadora
Virgen Madre de nosotros
de la salvación aurora,
trono de sabiduría
Virgen Santa, poderosa
madre amable y admirable
madre de Misericordia.
La tercera de las obras
“Nosotros los pecadores”,
muy buena, también, por cierto
tiene lugar en la corte
que solo esa mente plena
de inteligencia y de dote
pudo haber elaborado
para juzgar las acciones
de varias protagonistas
que en diversas condiciones
encontramos en la Biblia
en múltiples narraciones.
Llegan Dalila y Tamar,
y con sus tribulaciones
siguen Jezabel y Agar
y con elegante pose,
Betsabé, de gran belleza,
del Rey David la consorte.
Herodias y la Adúltera
nos dan sus explicaciones
seguidas, al poco tiempo,
en esta soñada corte
de Berenice, inculpada
por varios acusadores
de haber robado un milagro
a Cristo con sus acciones.
Vienen luego más mujeres
y un final que mil clamores
arrancará a toda audiencia
que se presente a esta corte.
Este pequeño homenaje
debo yo ya terminar
no sin antes, con cariño,
con orgullo y con verdad,
con emoción verdadera
que ya no puedo ocultar,
gritar a los cuatro vientos
que esta autora sin igual,
Teresa Sánchez de Moras,
es por cierto, mi mamá.